En el año 1966, Pedro Galera, joven pintor aficionado y amante de las artes plásticas, al llegar a la plaza de Vicente Uberos, le muestra a Francisco Carcelén dos bocetos que ha realizado de su propia mano, uno para la plaza de la Iglesia, y otro para la misma plaza en la que se encuentran. Pedro Galera le enseñó los bocetos a Carcelén quien le autorizó para realizar ambas plazas, separadas del recorrido serpenteante de la alfombra.

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